Cada día, desde Vigo, mi mirada se escapa hacia ellas casi sin querer. Las Islas Cíes están ahí, presidiendo la entrada de la Ría, con esa silueta tan familiar y a la vez tan llena de promesas. Son como un imán natural, un recordatorio constante de la increíble belleza que tenemos justo enfrente. Y este año, ¡este verano de 2025!, me he propuesto firmemente que no se quede solo en mirarlas desde la costa o desde el monte de O Castro. Este verano, toca visitar islas Cíes sí o sí.
La idea me ronda la cabeza cada vez con más fuerza ahora que los días empiezan a ser más largos y el sol calienta un poquito más. Aunque todavía estamos en abril, ya sueño con ese viaje en barco, sintiendo la brisa marina, viendo cómo la ciudad se aleja y cómo las islas se hacen más y más grandes. Sé que suena a tópico, pero es que son realmente espectaculares. La playa de Rodas, con esa arena blanca finísima y el agua de un color turquesa casi irreal (¡y fría, muy fría, eso también lo sé!), los senderos que serpentean entre los pinos, los miradores con vistas que te dejan sin aliento… Es un paraíso natural protegido, y se nota.
Claro que no es solo decidirlo y plantarse allí. Sé perfectamente que tengo que ponerme las pilas ya mismo para organizar la visita. Lo primero es solicitar la autorización a la Xunta de Galicia, porque el acceso está limitado para proteger el Parque Nacional. Y una vez tenga eso, hay que reservar los billetes del ferry con antelación, ¡que en pleno verano vuelan! Así que esta misma semana me pongo a mirar fechas y a gestionar los permisos; no quiero arriesgarme a quedarme sin sitio.
Ya me imagino allí: desembarcar en Rodas, sentir la arena bajo los pies, respirar ese aire limpio. Planeo darme un chapuzón valiente en el Atlántico, disfrutar de un picnic tranquilo a la sombra de los pinos y, por supuesto, hacer la caminata hasta el Faro de Cíes. Sé que la subida tiene su miga, pero las vistas panorámicas desde arriba, con la inmensidad del océano por un lado y la Ría de Vigo por el otro, compensan cada paso del esfuerzo.
Para los que somos de Vigo, las Cíes son más que unas islas bonitas; son nuestro tesoro, un escape necesario y un lugar para recargar energías. Poder desconectar del bullicio, aunque sea por un día, en un entorno natural tan puro y tan cerca de casa, es un lujo. Este verano, estoy decidido a disfrutarlo al máximo.