Los árboles también necesitan un corte a tiempo

La poda de árboles en Ourense se ha vuelto tan esencial que, al pasear por sus parques y jardines, resulta difícil imaginar cómo lucirían esos espacios verdes si la gente no se preocupara de mimar y ajustar el crecimiento de sus árboles. Hasta hace unos años, uno podía toparse con ramas que se enredaban en balcones o que rozaban peligrosamente los tendidos eléctricos, además de árboles que crecían sin forma definida, acumulando peso en ramas que terminaban rompiéndose durante una tormenta. Actualmente, gracias al trabajo constante de profesionales y de propietarios concienciados, la ciudad exhibe ejemplares mucho más saludables, con copas equilibradas y un aspecto que realza cada calle y plaza.

La época ideal para esta tarea varía según el tipo de árbol y la finalidad de la poda. Hay ocasiones en que se trata de eliminar ramas viejas o enfermas que podrían caer y causar daños, mientras que otras veces se busca mejorar la forma del ejemplar, fomentando un crecimiento más armonioso. Existe, incluso, la poda de formación, que se realiza en ejemplares jóvenes para que se desarrollen con una estructura sólida. Quien se dedica a ello entiende que no basta con cortar ramas al azar: la técnica requiere estudiar la especie, observar el grosor de las ramas, la dirección en la que crecen y la altura deseada. No se trata de un capricho estético, sino de un método para prolongar la vida útil de los árboles y mantener un equilibrio en el entorno urbano, donde las personas y la naturaleza conviven muy de cerca.

En Ourense, donde el clima puede oscilar entre inviernos fríos y veranos calurosos, la salud de las plantas depende mucho de que se respeten los ciclos naturales. Emprender la poda en el momento equivocado puede debilitar la planta e impedir que florezca con normalidad. Hay especies que deben podarse justo después de la floración, y otras que se manejan mejor cuando están en periodo de reposo. De hecho, unos milímetros de diferencia en el corte pueden suponer que la rama se regenere rápidamente o, por el contrario, quede expuesta a enfermedades o plagas. Cuando uno ve a los expertos trabajar con tanta delicadeza, entiende que la poda es casi un arte, en el que cada movimiento se calcula para causar el mínimo trauma posible y permitir una cicatrización limpia.

La seguridad es otro factor clave que no debe ignorarse. Manejar motosierras o sierras eléctricas mientras se sube a determinada altura con la ayuda de arneses o elevadores no es tarea sencilla. Uno se da cuenta de la profesionalidad de la gente dedicada a la poda de árboles en Ourense cuando los ve equipados con cascos, gafas protectoras y guantes, siguiendo protocolos que minimizan riesgos. Hay ramas que, por su peso o inclinación, deben cortarse en secciones pequeñas para evitar que caigan bruscamente, y en entornos urbanos congestionados, incluso se coordinan con servicios municipales para desviar brevemente el tránsito o delimitar áreas de seguridad. Aunque a veces cause molestias para quienes circulan por la zona, estos procedimientos evitan accidentes desagradables y protegen tanto a los viandantes como a los vehículos estacionados.

He charlado con algunos propietarios de fincas que narran cómo, antes de contratar a profesionales, intentaron hacerlo ellos mismos, creyendo que la poda consistía solo en cortar por aquí y por allá. El resultado fueron cortes desiguales, cicatrices abiertas en la madera y problemas posteriores en la estructura del árbol. Al final, tuvieron que recurrir a un servicio más completo para subsanar los errores y, por desgracia, hubo casos en que un ejemplar muy querido terminó debilitándose de forma irreversible. Esa experiencia les sirvió para aprender que la poda no consiste en podar por podar, sino en realizar cortes bien pensados con un objetivo claro, ya sea la seguridad, la salud o la estética del ejemplar.

Los cambios de estación suelen ser el mejor indicador de que se aproxima la fase adecuada para podar. En primavera, se retiran ramas que no han brotado o que muestren signos de plagas, mientras que en invierno, cuando muchas especies están en reposo, se aprovecha para hacer ajustes en su estructura o darles la forma deseada. Es curioso ver cómo, después de una poda, el árbol pasa unas semanas adaptándose a su nueva configuración. Algunos brotes saldrán con más fuerza en las ramas reforzadas, mientras que las partes seccionadas cicatrizarán lentamente, creando una barrera natural contra hongos e insectos. Observar este proceso de regeneración puede ser incluso un aliciente para los amantes de la jardinería, que siguen el día a día de su ejemplar y contemplan con orgullo cada nueva yema que florece.

Muchos parques de Ourense realizan, además, una poda formativa en los árboles jóvenes para enseñarles, por así decirlo, a crecer con unas líneas armónicas y resistentes. Este trabajo, a la larga, reduce la necesidad de podas drásticas en el futuro, ya que si desde pequeños se conducen las ramas correctamente, el árbol desarrolla una estructura homogénea que soporta mejor los vientos y las condiciones adversas. En espacios comunitarios, contar con un equipo especializado es vital para garantizar una intervención coordinada, especialmente cuando se trata de grandes áreas verdes donde coexisten diversas especies con necesidades distintas. Un roble centenario no se maneja igual que un arce ornamental, y la variedad de casos obliga a tener un conocimiento amplio.

El resultado de una buena poda se percibe no solo en la apariencia, sino en la vida útil del árbol. Muchos ejemplares de la ciudad superan con éxito los inviernos gracias a que los ciudadanos se preocupan de mantenerlos en buen estado. Esa comunión entre vecinos y naturaleza refleja una conciencia ecológica que, poco a poco, se consolida en el paisaje urbano, dando lugar a un escenario donde las ramas sanas acompañan los paseos, dan sombra en verano y se llenan de hojas multicolores en otoño.