El tiempo en que la odontología era poco menos que el oficio del sacamuelas quedó atrás hace milenios. Ya en el Antiguo Egipto se valoraba esta profesión, con figuras tan célebres como el médico-dentista Hesy-Re, responsable de tratar las caries de los faraones durante la Dinastía III.
En cualquier clinica dental en Santiago, resulta evidente que esta actividad es plural, pues la prestación de sus servicios no depende de un único profesional, sino de múltiples.
Así, la atención dental comienza antes del ingreso del cliente al gabinete de operaciones: se inicia en la sala de espera, donde el recepcionista establece un primer contacto con el usuario y gestiona el cómo y el cuándo será atendido por el odontólogo. Este perfil también se ocupa de tramitar la anulación y modificación de citas, para acomodarlas al horario y fecha más convenientes.
La figura más destacada en clínicas dentales es el odontólogo, el dentista propiamente, responsable de diagnosticar, tratar y prevenir las dolencias del paciente. Para el desempeño de sus funciones, la ley exige que sea licenciado en medicina u odontología, además de formar parte del colegio de odontólogos de su provincia o comunidad autónoma (existen en España cerca de cuarenta entidades de este tipo).
La labor del odontólogo no sería posible actualmente sin la ayuda del auxiliar dental, que le asiste en cada una de sus intervenciones mediante la disposición y esterilización del instrumental. Aunque permanezca en un segundo plano, responde a la voz del odontólogo para proporcionarle en forma y momento oportunos las herramientas de su trabajo: pinzas, explorador, alicates, jeringuillas, etcétera.
Otra ‘mano derecha’ del odontólogo en el desempeño de sus funciones es el higienista dental. Este se coordina con aquel y con el auxiliar dental para efectuar fluorizaciones, desinfectar el instrumental y practicar tratamientos de periodoncia, por citar algunos ejemplos.