Cuidar de un gato es fácil, pero no quiere decir que no requiera de un cierto compromiso por nuestra parte. Por eso, debemos de tener en cuenta diferentes aspectos de su salud para tenerlo atendido al cien por cien y, de esta manera, minimizar el riesgo de enfermedades y problemas.
- Ten un buen veterinario de mano. Siempre es mejor que alguien se ocupe de forma integral de la salud de tu gato y por eso son recomendables las clínicas que cuentan con los mejores servicios, como quirófanos o especialistas. Cuando el minino entre en la familia debes de acudir a una primera visita en la que el profesional te propondrá el plan de vacunación y cuidados. Todos los años, el gato debe de ir a recibir sus vacunas y/o hacer una revisión. Según vaya cumpliendo años, será necesaria una revisión un poco más profunda para detectar cualquier problema antes de que sea grave. Además de la visita anual, hay que llevar al animal siempre que se encuentre mal o notemos un cambio en su forma de comportarse.
- Una alimentación cuidada. Una buena alimentación es invertir en salud para tu gato. Hasta hace poco, los expertos apostaban por la comida seca, las típicas croquetas, como la mejor forma de alimentar al felino, pero hoy se recomienda que se combine una alimentación húmeda con una seca ya que estos animales son propensos a beber muy poco y de esta forma se garantiza la hidratación. Además, la comida combinada contribuye a la salud de sus dientes y también les ofrece una variedad en el menú que suelen agradecer. La comida especial para gatos puede incluso combinarse con comida casera, pero siempre elaborada con muy poca sal y sin condimentos, siendo de calidad. Por ejemplo, el gato puede comer pollo o pescado cocido, asegurándonos siempre de que el pescado está perfectamente limpio. El atún de lata, especialmente el bajo en sal, puede ser una golosina ocasional deliciosa para ellos.
- Cuida su salud psicológica. Los gatos son animales complicados desde el punto de vista del comportamiento. Un cambio en los muebles de una habitación puede ser el causante de que estén nerviosos y alterados. Los cambios de hábitos también les afectan mucho. Por eso, hay que prepararlos para este tipo de cosas utilizando productos como las feromonas sintética que se esparcen en la habitación que ellos usan más a menudo mediante un difusor eléctrico.