Gestiona el legado de tus seres queridos con la tranquilidad de estar bien asesorado

El fallecimiento de un ser querido es una de las experiencias más difíciles y dolorosas a las que una persona puede enfrentarse. En medio del duelo, cuando las emociones son abrumadoras y la energía es escasa, la vida nos impone la necesidad de afrontar una serie de trámites burocráticos y legales que pueden parecer una montaña insuperable. La gestión de una herencia es un proceso complejo, lleno de tecnicismos, plazos y obligaciones fiscales que, si no se abordan con el conocimiento adecuado, pueden generar conflictos familiares, pérdidas económicas y un estrés añadido en un momento ya de por sí delicado. Es precisamente en esta encrucijada vital donde el acompañamiento profesional se revela no como un lujo, sino como una necesidad fundamental. Contar con el respaldo de un abogado tramitación de herencias Vigo especializado es la garantía de que el proceso se llevará a cabo con la máxima eficiencia, justicia y, sobre todo, con el respeto que merece la voluntad y el legado de la persona fallecida.

El primer paso en este camino es la recopilación de la documentación esencial, una fase que sienta las bases para todo el procedimiento posterior. Inmediatamente después del fallecimiento, es imprescindible obtener el Certificado Médico de Defunción, sin el cual no se puede inscribir la defunción en el Registro Civil y obtener el Certificado de Defunción oficial. Este documento es la llave que abre todas las demás puertas. Con él, y una vez transcurridos quince días hábiles desde el deceso, se deben solicitar dos certificados capitales al Ministerio de Justicia: el Certificado de Actos de Última Voluntad, que nos revelará si el fallecido otorgó testamento y ante qué notario lo hizo, y el Certificado de Contratos de Seguros de Cobertura de Fallecimiento, que informa sobre la existencia de pólizas de vida o accidentes en las que el difunto figurase como asegurado. Si existe testamento, se deberá solicitar una copia autorizada al notario correspondiente. En caso de no haberlo, se iniciará un proceso conocido como «declaración de herederos abintestato», un trámite notarial para determinar quiénes son los herederos legales según el orden que establece la ley. Esta primera etapa, aunque parezca puramente administrativa, requiere de una diligencia y un rigor que un profesional puede asegurar, evitando errores y retrasos innecesarios.

Una vez acreditada la condición de herederos, el siguiente paso es determinar con exactitud el patrimonio que compone la herencia, lo que se conoce como inventario y avalúo del caudal hereditario. Esta fase es crucial y requiere de una investigación exhaustiva. El patrimonio no solo incluye los bienes inmuebles (viviendas, locales, terrenos) y los saldos bancarios, sino también vehículos, acciones, joyas, obras de arte y cualquier otro bien o derecho con valor económico. Pero, de la misma manera, también se heredan las deudas. El inventario debe recoger tanto el activo como el pasivo del fallecido, ya que las deudas deben ser liquidadas con el patrimonio de la herencia antes de proceder al reparto. La valoración de cada uno de estos elementos debe ser lo más ajustada posible a su valor real de mercado en el momento del fallecimiento, ya que esta cifra será la base para el cálculo de los impuestos correspondientes. Un abogado experto sabrá cómo recabar toda esta información, solicitar los certificados pertinentes a registros y entidades bancarias, y asegurar una valoración justa y precisa que evite problemas futuros con la administración tributaria.

Con el inventario completado y valorado, los herederos deben tomar una de las decisiones más importantes del proceso: la aceptación o la renuncia a la herencia. La aceptación puede ser «pura y simplemente», lo que significa que el heredero responde de las deudas del fallecido no solo con los bienes de la herencia, sino también con su propio patrimonio. La alternativa es la aceptación «a beneficio de inventario», una fórmula de protección que limita la responsabilidad del heredero por las deudas hasta donde alcance el valor de los bienes heredados. La elección entre una y otra opción dependerá del balance entre activos y pasivos, y es una decisión que debe tomarse con un asesoramiento legal claro. Tras la aceptación, se procede a la partición y adjudicación de la herencia, que se formaliza en un documento notarial llamado «cuaderno particional», donde se detalla el reparto de los bienes entre los herederos. Finalmente, se debe liquidar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones en un plazo de seis meses desde el fallecimiento, un tributo complejo cuya cuantía varía significativamente en función de la comunidad autónoma, el grado de parentesco y el patrimonio preexistente del heredero.

El acompañamiento profesional durante todo este itinerario no solo alivia una carga emocional y administrativa inmensa, sino que también previene conflictos y garantiza que cada paso se dé con seguridad jurídica. Permite a los herederos centrarse en su duelo, con la certeza de que los asuntos de su ser querido se están gestionando con la máxima diligencia.

La correcta gestión de un legado es el último acto de respeto y amor hacia la persona que ya no está. Afrontarlo con el soporte adecuado asegura que su voluntad se cumpla de manera justa y ordenada, preservando la armonía familiar y honrando su memoria.