Cuando estudiaba en Ferrol, mi vida académica y personal giraba en torno a una constante búsqueda de libros. Aunque pudiera parecer una tarea sencilla, encontrar donde comprar libros en Ferrol se convirtió en una serie de anécdotas que todavía recuerdo con una sonrisa. La ciudad, con sus calles llenas de historia y cultura, ofrecía algunas opciones interesantes, pero como estudiante con presupuesto limitado, siempre estaba buscando los mejores tratos, lo que añadía una capa extra de aventura a mi misión.
Descubrir dónde comprar libros en Ferrol sin gastar una fortuna se convirtió en mi especialidad. Había aprendido que las nuevas ediciones en las librerías eran sólo parte de un mundo más amplio de posibilidades que incluía ferias de libros usados, ventas de garaje y el intercambio ocasional entre amigos y conocidos. Cada libro que necesitaba adquirir se transformaba en una pequeña misión de caza del tesoro.
La Librería Olvidada
Un día, mientras buscaba un texto particularmente esquivo necesario para una clase, me encontré con una pequeña librería que parecía haberse detenido en el tiempo. Era una tienda pequeña en una calle lateral que fácilmente podrías pasar de largo si no estabas prestando atención. Al entrar, el olor a papel viejo y madera me envolvió como una cálida bienvenida. El lugar estaba atestado de libros de todas las formas y tamaños, apilados en estanterías que amenazaban con ceder bajo el peso del conocimiento acumulado.
El dueño, un señor mayor con gafas que parecían tan antiguas como los libros que vendía, me saludó desde detrás de un montón de libros que estaba catalogando. Le expliqué lo que buscaba y, con un brillo en los ojos, desapareció entre los pasillos formados por pilas de libros. Minutos después, regresó con el libro en mano. No solo tenía el texto que necesitaba sino que también me lo ofrecía a una fracción del precio de una copia nueva.
El Intercambio Estudiantil
Otra estrategia que desarrollé durante mi tiempo en Ferrol fue participar en intercambios de libros con otros estudiantes. Organizamos encuentros en cafeterías locales donde, entre sorbos de café y conversaciones sobre los últimos exámenes, libros de literatura, texto y notas pasaban de mano en mano. Estos intercambios no solo me ayudaron a ahorrar dinero, sino que también se convirtieron en eventos sociales que esperaba con ansias.
En una ocasión, un amigo trajo un libro que había sido claramente amado hasta casi desintegrarse. Las páginas estaban llenas de notas en los márgenes y los capítulos estaban marcados con post-its de colores. «Este libro ha pasado por al menos cinco estudiantes antes que tú», me dijo con una sonrisa. «Y cada uno añadió sus propias notas. ¡Considera esto como la sabiduría colectiva de sus predecesores!» Ese libro anotado se convirtió en una de mis herramientas más valiosas durante el semestre, proporcionándole insights que nunca habría considerado por mi cuenta.
Las Ferias de Libros
Finalmente, las ferias de libros usados eran mis eventos favoritos. Ferrol ocasionalmente albergaba estas ferias en plazas públicas o parques, donde los vendedores de libros de segunda mano ofrecían sus tesoros a precios de ganga. En una de estas ferias, después de regatear con un vendedor particularmente tenaz, logré llevarme varios libros por menos de lo que costaría un almuerzo en la cafetería de la universidad. Fue en estas ferias donde a menudo encontraba ediciones raras que se convertían no solo en herramientas de estudio sino en joyas de mi colección personal.
Estas experiencias buscando libros en Ferrol no sólo aliviaron la carga financiera de mis estudios, sino que también añadieron un elemento de diversión y descubrimiento a mis años de universidad. Cada libro adquirido de manera tan aventurera se convirtió en una historia que contar, así como en una parte vital de mi educación.